(Vea la versión en español a continuación.)
The vast majority of my family, friends and acquaintances and virtually everyone I personally know, have been vaccinated, though several of the closest people in my life barely received their first vaccination dose this past month. None of them are unpleasant or arrogant, nor are they ignorant. They simply decided for one reason or another — for some, it was due to health/immunity issues — that it was not right for them.
Precisely because of hesitancy amongst friends, many of us have not lashed out at those that are vaccine hesitant. Those that are part of anti-vaccination disinformation campaigns that discourage mask-wearing and social distancing, as though 610,000 people in the United States and as if more than 4 million people worldwide had not succumbed to the pandemic, are unfortunately in a different category
During the pandemic, we all have family and friends that have died and others that have been hospitalized. Thus, the idea that the pandemic is a hoax is highly offensive to many peoples, including myself. And yet, most people do recognize the right of all people to freely make their own health decisions. However, what many object to is the steady diet of misinformation — often stoked by politicians without a relevant medical or scientific background, this while they denigrate science and scientists and medical professionals, while promoting quacks and quack ‘science.’
Because of the seriousness of this issue, we could leave it at that and hope that as a society we soon reach widespread immunity, while respecting peoples freedoms. And yet, there is a fallacy regarding the notion of respecting “peoples’ freedoms.” That could only work if we were islands unto ourselves. But we are not. In other words, that notion makes little sense in today’s reality. We are all interconnected human beings on one small planet. More so, the notion of governors or other representatives making health policies — while ignoring medical science — also presupposes that the virus and the highly contagious variants respect borders. At best, those anachronistic ideas belong to the 19th century and make no sense whatsoever today.
Viruses do not respect state borders nor do they respect national or international boundaries, and yet, the world continues to attack the pandemic as if state or national approaches can somehow slow it down when the world’s interconnectedness virtually ensures that travel, commerce, large scale events, large educational settings and tourism will continue to circulate the virus and its more powerful variants worldwide.
Why the resistance?
The primary resistance - which is where the virus and the variants continue to spread — is from counties considered politically conservative or red, or from places where the former president continues to have his strongest support. The spread of the virus is unquestionably being fueled by the unvaccinated. It appears that resistance also is segmented and tailored to different demographic groups, akin to how advertisers target different groups. And thus, the messaging encouraging vaccine hesitancy, is highly sophisticated using messages that are designed to appeal to each of the different groups.
Some of what they say is true, though not necessarily relevant to today’s reality. Without question, the government(s) has engaged in intentional medical and genocidal practices against communities of color, such as forced sterilization against women, Blacks as guinea pigs in medical experiments and native peoples who were decimated when Europeans first arrived, due to lack of immunity from “old world” diseases under conditions of famine and war, and later, the same thing though intentional (disease infected blankets), against native peoples in what is today the United States. The concerns regarding the past are genuine, however, it is obfuscation and disinformation when that is used as a rationale for vaccine hesitancy during today’s pandemic.
While much is true in regards to past medical malpractices, today’s #1 issue is not about government conspiracies, but rather accessibility, though vaccine hesitancy is also a huge problem as there is a great resistance by the nation’s conservative sector, led by the proliferation of “internet experts.” What is worrisome is that people of right-left political persuasions utilize the same rationales and even the same memes to discourage vaccination.
Rather than lambast those that are vaccine hesitant, it appears that the Delta variant is now actually doing that work by example.
The biggest lesson here is not about creating coherent national policies - which are certainly needed — but rather, the need for a coordinated global strategy for the next pandemic. Ideally, it would be great if everyone led great healthy lives and everyone was immune to viruses, but that is not reality.
This pandemic has revealed that humanity, is not yet mature enough to think beyond antiquated nationalisms. Perhaps all the failures at all levels of this pandemic will become the impetus for peoples worldwide to make that rationalization that indeed, we are one.
Roberto Dr. Cintli Rodriguez is an associate professor emeritus at the University of Arizona Mexican American Studies and is the author of several books, including “Our Sacred Maiz is Our Mother” (2014) and “Yolqui: A Warrior Summoned from the Spirit World” (2019). Email XColumn@gmail.com
La gran mayoría de mi familia, amigos y conocidos y prácticamente todas personas que conozco personalmente han sido vacunados, aunque varias de las personas más cercanas en mi vida apenas recibieron su primera dosis de vacuna el mes pasado. Ninguno de ellos es desagradable o arrogante, ni son ignorantes. Simplemente decidieron por una razón u otra (para algunos, se debió a problemas de salud / inmunidad) que no era adecuado para ellos.
Precisamente debido a la vacilación entre amigos, muchos de nosotros no hemos arremetido contra aquellos que dudan en las vacunas. Aquellos que forman parte de campañas de desinformación anti-vacunación que desalientan el uso de mascarillas y el distanciamiento social como si 610.000 personas en Estados Unidos y como si más de 4 millones de personas en todo el mundo no hubieran sucumbido a la pandemia, están lamentablemente en una categoría diferente.
Durante la pandemia, todos tenemos familiares y amigos que han muerto y otros que han sido hospitalizados. Por lo tanto, la idea de que la pandemia es un engaño es muy ofensiva para muchas personas, incluido yo mismo. Y, sin embargo, la mayoría de la gente reconoce el derecho de todas las personas a tomar libremente sus propias decisiones de salud. Sin embargo, lo que muchos objetan es la dieta constante de desinformación, a menudo avivada por políticos sin una formación médica o científica relevante, mientras que denigran a la ciencia, a los científicos y a los profesionales médicos, al tiempo que promueven la "ciencia" de los charlatanes.
Debido a la gravedad de este tema, podríamos dejarlo así y esperar que como sociedad alcancemos pronto una inmunidad generalizada, respetando las libertades de las personas. Y, sin embargo, existe una falacia con respecto a la noción de respetar las "libertades de los pueblos". Eso solo podría funcionar si fuéramos islas para nosotros mismos. Pero no lo somos. En otras palabras, esa noción tiene poco sentido en la realidad actual. Todos somos seres humanos interconectados en un pequeño planeta. Más aún, la noción de gobernadores u otros representantes haciendo políticas de salud, ignorando la ciencia médica, también presupone que el virus y las variantes altamente contagiosas respetan fronteras. En el mejor de los casos, esas ideas anacrónicas pertenecen al siglo XIX y hoy en día no tienen ningún sentido.
Los virus no respetan las fronteras estatales ni las fronteras nacionales o internacionales y, sin embargo, el mundo continúa atacando la pandemia como si los enfoques estatales o nacionales pudieran de alguna manera frenarla cuando la interconexión del mundo prácticamente garantiza que los viajes, el comercio y los eventos a gran escala, los grandes entornos educativos y el turismo continuarán haciendo circular el virus y sus variantes más poderosas en todo el mundo.
¿Por qué la resistencia?
La principal resistencia, que es donde el virus y las variantes continúan propagándose, es de condados considerados políticamente conservadores o rojos, o de lugares donde el expresidente sigue teniendo su mayor apoyo. La propagación del virus es indudablemente impulsada por los no vacunados. Parece que la resistencia también está segmentada y adaptada a diferentes grupos demográficos, similar a cómo los anunciantes se dirigen a diferentes grupos. Y, por lo tanto, los mensajes que fomentan la vacilación ante las vacunas son muy sofisticados y utilizan mensajes diseñados para atraer a cada uno de los diferentes grupos.
Algo de lo que dicen es cierto, aunque no necesariamente relevante para la realidad actual. Sin lugar a dudas, en el pasdo, los gobiernos se han involucrado en prácticas médicas y genocidas intencionales contra las comunidades de color, como la esterilización forzada contra las mujeres, los AfroAmericanos como conejillos, en experimentos médicos y los pueblos Indigenas que fueron diezmados cuando los europeos llegaron por primera vez, debido a la falta de inmunidad por enfermedades del “viejo mundo” en condiciones de hambre y guerra, y luego, lo mismo aunque intencional (mantas infectadas por enfermedades), contra los pueblos originarios de lo que hoy es Estados Unidos. Las preocupaciones con respecto al pasado son genuinas, sin embargo, es ofuscación y desinformación cuando se utiliza como razón fundamental para la vacilación de las vacunas durante la pandemia actual.
Si bien mucho es cierto con respecto a las negligencias médicas pasadas, el problema número uno de hoy no se trata de conspiraciones gubernamentales, sino más bien de accesibilidad, aunque la vacilación de las vacunas también es un gran problema, ya que existe una gran resistencia por parte del sector conservador de la nación, liderada por la proliferación de "Expertos en Internet". Lo preocupante es que las personas de convicciones políticas de derecha-izquierda utilizan los mismos fundamentos e incluso los mismos memes para desalentar la vacunación.
En lugar de arremeter contra aquellos que dudan en vacunas, parece que la variante Delta ahora está haciendo ese trabajo con el ejemplo.
La mayor lección aquí no se trata de crear políticas nacionales coherentes, que ciertamente son necesarias, sino más bien de la necesidad de una estrategia global coordinada para la próxima pandemia. Idealmente, sería genial si todos llevaran una vida excelente y saludable y todos fueran inmunes a los virus, pero esa no es la realidad.
Esta pandemia ha revelado que la humanidad aún no está lo suficientemente madura para pensar más allá de los nacionalismos anticuados. Quizás todos los fracasos en todos los niveles de esta pandemia se conviertan en el ímpetu para que los pueblos de todo el mundo hagan esa racionalización de que, de hecho, somos uno.
Roberto Dr. Cintli Rodríguez es profesor asociado emérito en la Universidad de Arizona y es autor de varios libros, incluido "Yolqui: un guerrero convocado desde el mundo espiritual". También dirige el Raza Killings Database Project: Xcolumn@gmail.com
From The Progressive Populist, September 1, 2021
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